«Todos vosotros tenéis una llamita encendida en el interior de vuestro corazón y, aunque no queráis reconocerlo, ésa es la llama que os puede salvar la vida; depender sólo de lo que dicte vuestra mente es limitar vuestros recursos.
Ante los peores momentos, sean del tipo que sean, sólo vale lo que dicte el corazón. La mente entonces se supedita y la energía del corazón impregna todo lo que se realiza a continuación.
La vida nos pone constantemetne a prueba y lo que hasta hoy era blanco de pronto aparece negro y los sistemas ya no valen de nada. Entonces aparecen la enfermedad, la desesperación, la ruina y las pérdidas de todo tipo. En esos momentos dramáticos se reza pidiendo ayuda, pero seguimos pidiendo con la mente, no con el corazón y así las plegarias no suben muy alto.
Si abrimos el corazón y confiamos en su energía, su luz se verá desde los confines del Universo y la ayuda llegará por los caminos más insospechados.
Una oración que surge desde el corazón resuena en los corazones y en las energías más sutiles de cuantas existen en el Universo. Su respuesta suele producirse de forma inmediata, aunque sus efectos se demoren algún tiempo al entrar en las esferas espacio-temporales.
Esa respuesta es, o suele ser, la conformación de energías menos sutiles que la del Espíritu pero vibrantes en la misma nota. De tal manera que, finalmente, es del mundo material cercano (amigos, familiares, conocidos) de dónde llega la ayuda. A veces, la conformación energíetica que conlleva la ayuda recibe el nombre de suerte o azar.
El orden cósmico y la razon de las cosas tienen varios niveles que, desde luego, sólo pueden contemplarse desde dimensiones más elevadas que la humana, lo que no impide que ante lo que consideremos injusto, nos rebelemos. Eso indica que somos sensnibles ante el sufrimiento ajeno, aunque también hemos de reconocer nuestra ignorancia en lo relativo a condicionamientos de orden superior.
FRASEMAGICA 
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