Del microcosmos al macrocosmos

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«La armonía celular crea órganos. La armonía de los órganos crea organismos y esa armonía no tiene otra finalidad que la de ser útil.

El ser humano no busca tanto su utilidad como su propio provecho y el resultado es la desintegración social. Las sociedades basadas en la competitividad y la supervivencia a cualquier precio vienen originadas por la acción de espíritus confusos, espíritus que aún transitan por los niveles energéticos que conforman el Camino del Ego y se ven a sí mismos como los únicos propietarios del camino. Por eso, suele encontrárseles en los altos cargos políticos, económicos o religiosos.

Si entramos en el Camino del Corazón, las cuestiones por las que los seres humanos pelean, serán vistas como se ve una película o un obra teatral, donde se moverán las emociones pero no estarán afectando a nuestra cotidianidad.

El Camino del Corazón no nos separa sino que nos une y lo hace tanto en su trayecto como en sus áreas de descanso.

¿Cómo son las áreas de descanso espirituales? Son estados de consciencia donde se percibe el entorno no como algo donde moverse, sino como algo que entra en nosotros. La gente, los animales, las plantas y los minerales no son ya algo que están fuera sino que se perciben como algo tuyo,  algo que forma parte de ti.

La vida y la muerte, vistos desde esa perspectiva, no nos inquietan porque estamos viviendo la vida y le renacimiento internamente cada vez que observamos como mueren millones y millones de células diariamente y como son inmediatamente reemplazadas por otras. Si fuéramos capaces de penetrar en el corazón  de la célula percibiríamos su miedo a morir y cómo ese miedo se desvanece cuando su memoria, es decir, su esencia, es transmitida a aquella que renace en su lugar.

Para entender al ser humano, hay que empezar a entender como es su esencia tanto física, como etérica (energética), emocional, mental y espiritual y aunque todas tienen una correspondencia armónica entre sí, al menos a priori, hemos de pensar que sólo se rompe  esa armonía cuando del plano original salen desviaciones a otros lados.

Es muy fácil justificar las acciones poco armónicas basándose en la educación, la familia, los amigos, etc., pero aún cuesta más justificar la trayectoria de bondad en un mundo regido por el egoísmo.

Las células no son egoístas, hacen todo lo posible por mantener vivo al órgano del que forman parte y si precisan morir, porque ya no tienen fuerza para cumplir bien su  misión, mueren generosamente. Aunque como dije antes, el miedo a la muerte les invade antes de que en ellas se haga la luz».

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